En su agonía, la única certeza que ella tenía era que terminaría sus días tan sola como siempre se lo buscó. Dentro de sus últimos pensamientos volaron recuerdos de promesas destrozadas y de alegrías fingidas, sonrió por última vez, "es todo, soledad. Vámonos" dijo.
Sin embargo su sombra, leal, avergonzada y piadosa, no la abandonó. Permaneció con ella aún después de abandonar el mundo.
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