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Exhumacion-es.

"Exhumaciones" es un recorrido por la literatura light del nuevo siglo, un juego de palabras a veces corto a veces no tanto. Que intenta reflejar emociones, obsesiones y locuras "temporales".
"Exhumaciones" Es un viaje desde el centro de la Tierra hasta lo más recóndito de mi universo personal.

28 feb 2011

Mahoma.

La montaña por fin vino hacía Mahoma, pero no le causó gracia que entrara intempestivamente por puertas y ventanas, así, en un alúd y peor aún sin tener la cortesía de avisar.

25 feb 2011

Arriba.

Arriba; son los muertos los que cantan entre las copas de los árboles. El viento es sólo un pretexto para soñar.

22 feb 2011

Otro ensayo sobre la ceguera.

El cielo estaba más limpio que de costumbre, y con eso me refiero a que estaba despejado de nubes y aviones; era azul profundo y lleno de luz. Si se fijaba la mirada sobre algún pedacito de cielo, venían de inmediato los mareos y unas manchitas como amebas parecían flotar sobre la retina de los ojos, cuando intentaba enfocar sobre ellas, se movían como gelatinas temblorosas... Es tu miopía. Me dijo con su acostumbrada voz que parece le da sentido a todo. -Deberías revisarte esos ojos.
Aterricé la mirada, ella estaba recostada a mi lado hojeando una revista mensual que compraba religiosamente, las briznas se movían en slow motion a su alrededor, fantaseaba con no sé qué actor de nombre impronunciable.
¿Cómo crees que se vea cuando no puedes ver? Le pregunté.
Descanzó la revista sobre su pecho y me miró con ese aire de socióloga sabelotodo que tán bien le va. Imaginé que las fotografías de aquél actor que no era yo besaban su pecho, entonces me vino una emoción incontenible, fue inevitable que flexionara las rodillas. Me imagino que se ve como cuando cierras los ojos en los días soleados; pueden verse siluetas negras en un campo rojo brillante.
Como el infierno- pensé.
Nos miramos, se puso en marcha la increíble máquina de destrucción. Acerqué mis labios a su piel. Besé sus mejillas, me correspondió con una caricia. Abandonó la revista y yo fijé mis ojos cansados sobre los suyos, alertas, salvajes, eran los ojos de un depredador. -No cierres los ojos, cariño. Creo que podemos ver el infierno cuando lo hacemos. Me susurró.
No hicimos caso, nos besamos con los ojos cerrados.

21 feb 2011

Cambio.

Quise cambiar todo lo que había sido hasta ahora por la vida apacible que se miraba a través del espejo de agua. Cuando no pude respirar más entendí que eso implicaba dejar de existir; y entonces no supe si temer más a la vida o a la muerte.

18 feb 2011

El tormento.

Era aquella una noche terrible, más no por la tempestad que azotaba con la furia de una apocalíptica ventisca lo que hacía de la habitación un abismo sumido en las tinieblas que de un momento a otro era iluminado por frágiles destellos de luz y esporádicos rugidos en el cielo, aquello era una espesa cortina de niebla que cubría el verdadero significado de lo macabro. Aquello que estrujaba el corazón con una punzada de dolor y angustia era lo que se hallaba frente a la ventana; una cuna iluminada por la escasa luz de la noche, se mecía con pausados movimientos y el chirriar de las gastadas maderas amortiguaba el repentino llanto la criatura que despertaba en ese instante de una fatídica pesadilla. Las gotas de lluvia golpeteaban incesantes el vidrio de la ventana, los lamentos se convirtieron muy pronto en rabietas y por momentos parecía que todo el aire acumulado en sus pequeños pulmones se escapaba en prolongados gritos de terror. Aquel llanto que emanaba debajo de las sábanas era un lamento parecido a la burlona risa de la hiena, tan estrepitosa que el jadeo emitido tras una breve pausa, erizaba los cabellos de su propia madre.
Un rayo iluminó la habitación a través de la ventana y sobre el barandal de la cuna, las raquíticas manos de un ser minúsculo se asomaron, tan delgadas y de un color rosa muy pálido, sus movimientos eran lentos y sus ademanes expresaban ansiedad, parecía que el bebé pretendiese asirse de los cabellos de su madre, sentir la seguridad y el calor de sus brazos, pero por respuesta solo obtuvo recriminaciones y el seco golpe de un cenicero que se estrelló en el barandal de la cuna, sobrevino el rugir del trueno y nuevamente la ventisca que estampaba las gotas de lluvia en la ventana.
Sara, la madre de la criatura bajo las sábanas, pudo haber sido un ejemplo teatral, casi cómico, de uno de los más grandes temores de una sociedad conservadora; una madre que rechaza a su hijo, ha sido, es y será objeto de repudio en cualquier esfera social que se jacte de ser civilizada. Era aquel, un tema del cual poco se hablaba en la familia, se evitaba a cualquier costo ya que se consideraba de mal gusto y pésima educación, aunque a veces lo disfrazaran como respeto por la criatura. Y es que Sara no soportaba la realidad, su hijo había nacido con una compleja deformidad que le impedía ser un bebé normal, tal vez eso terminaba por destrozar los ánimos de Sara y a pesar del poco esfuerzo que empeñaba por tratar de comprender el sufrimiento de su hijo, no llegaba a percibir la magnitud de su desdicha y eso desembocaba en una actitud nada ejemplar, repleta de reprimendas y últimamente cargada de odio. Sin embargo, el que su hijo no fuera como los demás, no opacaba su integridad como ser humano. Un humano que bastante tenía con aquella condición que le aquejaría de por vida.
Los efectos de las píldoras para conciliar el sueño que Sara tomará hacía ya unas horas debido a su incipiente insomnio, se esfumaron con el último gemido que el bebé emitió en un esfuerzo desesperado por atraer la atención de su madre. Exhausta, Sara se levantó de la cama con la autoestima por los suelos y con paso vacilante se acercó a la cuna, un destello de luz iluminó el interior, en ella un revoltijo de sábanas blancas se contorsionaba con violentos movimientos, se asomaban las delgadas manos del bebé y los minúsculos pies pataleaban con agobiante esfuerzo tratando de salir de aquel embrollo de mantas. Sara tiró de un jalón las sábanas y el pequeño se desenvolvió de sus ataduras dejando ver su maltrecho cuerpecito; su abdomen que en cada respiración mostraba la curiosa forma en la que sus costillas se acomodaban, sus rodillas ligeramente ladeadas hacía la izquierda y encima del cuello, una amorfa y enorme cabeza repleta de erupciones, parecía hinchada en algunos lados y en otros la carne se pegaba a los huesos del cráneo, su roja boca salivaba incesante, su nariz y sus orejas eran demasiado pequeñas o tal vez sería una ilusión óptica debido a la enorme cabeza que poseía. Debajo de dos párpados amoratados asomaban un par de lindos ojos azules. Sara tomó sus manitas entre las suyas, lo miró con desprecio y en cambió el bebé la miró con ternura, aquellos ojos azules parpadearon como si pidiesen misericordia, Sara levantó al bebé y lo llevó a su cama.
Acostado en la enormidad del lecho de su madre, el bebé se sintió más indefenso que nunca, sus ojos desprendían lágrimas de dolor, su madre tomaba el frasco de somníferos y de el extraía algunas tabletas. Su doctor le prescribía dos antes de irse a la cama, no era recomendable más de lo preescrito por el médico, las razones resultaban obvias; posibles sobredosis, complicaciones que eventualmente podrían llevar a la muerte. Agotado y con el corazón galopando desbocadamente, el bebé se relajó y comenzó a tranquilizarse, Sara se acercó con cautela para no impacientar al pequeño e introdujo el polvo de cuatro tabletas trituradas en su roja boca.
El bebé abrió nuevamente los ojos y miró a su madre junto a él, ella lloraba, su llanto era imperceptible a causa de la tormenta, los rayos siguieron iluminando el cielo por algunos minutos, el pequeño cerró los ojos y parecía que todo estaba por terminar. Sara abrazó al bebé, a fin de cuentas era su hijo y lo correcto (si se le puede poner ese calificativo a semejante barbaridad) era ayudar a su hijo a trascender a la siguiente vida. Sintió como disminuía su ritmo cardiaco, su respiración se hacía cada vez más pausada y en un instante dejó de hacerlo.
Ahí yacía el cuerpo del bebé, contraído como si fuera un feto, agotado, rendido, acabado. Sara se sentía terriblemente confundida, ¿había hecho lo correcto? El bebé sufría demasiado por su condición, pero tenía el mismo derecho de vivir que cualquier otra persona… Con los ojos cerrados, Sara no quiso mirar más a su hijo, lo abrazaba con el cariño que le dictaba su oculto corazón de madre, sintiendo su cálido cuerpo. La escena era desgarradora, los relámpagos y los truenos ahora eran un clamor de guerra en el horizonte, se iban junto con la vida del pequeño y la lluvia era solo una brisa que empañaba la ventana, Sara sintió bajo ella un movimiento, el bebé comenzaba a convulsionar.
El espanto repentino provocó en Sara un remordimiento que le llevó a apartarse con verdadero terror del cuerpo del bebé, quizá su mente le estaba jugando una pésima broma y en su locura temporal creyó que la divina gracia de Dios le mandaba un castigo por su crueldad. Sara se acurrucó a los pies de la cuna mientras la luna asomaba envuelta en jirones de nubes desgarradas en lo alto de la bóveda celeste. El bebé parecía querer levantarse de la cama, Sara se levantó y corrió hacía la puerta de la recámara pero los nervios le traicionaron y no pudo quitar el seguro de la puerta, corrió de vuelta a la cuna, la empujó y abrió la enorme ventana, el metal del marco resbaló con suavidad, se paró en el borde y miró una vez más hacía la cama, el niño vomitaba cualquier cantidad de porquerías y de sus labios la espuma salía a borbotones. La criatura aun se retorcía con ímpetu, Sara cerró los ojos y se arrojó al vacío dejando escuchar un aterrador grito de fugaz agonía. Los vecinos del condominio despertaron extrañados.
La luz de la luna bañando la húmeda madrugada y la tranquilidad después de la tormenta se hizo presente en el mismo instante que madre e hijo dejaron de existir en este mundo.

19/04/05

17 feb 2011

En el punto de partida.

Comienza la noche, será por eso que mis ojos se abren y acostumbrados a la oscuridad, recorren cada sombra para encontrarme de pronto con la pared de la soledad confusa y preguntarme; ¿dónde habías estado?… Pregunto, no a la soledad ni a la noche, es una cuestión completamente dirigida al escritor de este humildísimo intento de blog. Seguramente tú que lees te habrás preguntado lo mismo hace ya mucho tiempo, habrás notado que los cambios en nosotros son necesarios y muchas veces pasan desapercibidos y no caemos en la cuenta sino hasta que alguien cercano lo hace notar. Algo cambio, algo ya no es lo mismo y te estrellas en la realidad de tu nueva piel; situación que para algunos no es de total agrado, puesto que parte integral de tu mundo como lo conoces se viene abajo. Es entonces cuando viene a cuento el hecho de enmendar tu camino y aprender de toda situación contraproducente. Para nosotros, aun hay solución.

Observemos pues el mundo a nuestro alrededor. Esto no se trata de ser mejor o peor ser humano, se trata de entender y descifrar nuestra efímera estadía en la Tierra, porque como es de todos sabidos, habremos de volar y aquellas cosas nuestras de las que tanto nos preocupamos, se quedan. Ya no habrá quien las ambicione ni quien las proteja, ya sin sentido alguno cada objeto pasará a ser basura en exceso devaluada y se olvidará que todas juntas se daban valor y le daban un sentido a nuestra vida; las piezas de madera de un viejo juego de mesa, el frasco de las gomitas… sin gomitas, el cubo de rubik que jamás terminaré de hacer concordar, la guitarra de la sempiterna primera cuerda reventada, el amplificador que procuras se escuché con total estruendo, el lápiz y el bonito papel que te acompañaban las tardes de amargura, el cuaderno de notas que ya no conservo, la fotografía familiar de aquellos tiempos de inocencia. Todo esto se queda, uno no se despide de sus cosas y a nadie le moverá el conservarlas.

ya te veo suspirando, y diciendo: se conservan los recuerdos y te despides de quien amas. Entendamos que quizá no podamos hacerlo y la vida continua ya. Mañana podremos partir teniendo en cuenta que dijimos todo lo que sentíamos, que sentimos todo lo que dijimos... Sin embargo, a este desgano por la vida ya le suman muchos errores y el sentido de mi existir francamente se va deteriorando con los días, “mal en este mundo, mal con esta ley. No hice yo la ley ni el mundo aceptó”. Pero aun me levanto con las consabidas quejas de un chico común en la veintena, ya el sol se asoma y es tiempo de continuar lo que dejamos la noche de ayer, saboreando en mis oídos la dulce canción de la mañana; “Hey Jude!” de los Beatles se ha vuelto un bálsamo para el alma, y como leí por ahí, todos somos Jude. Dicha canción me recuerda que aun hay un poquito de esperanza cuando se pasan las horas y parece que el corazón te va a salir por la boca de tanto penar, y pensar. Entonces vuelve el ánimo por el sentido de lo que era, por el sentido de ser y estar. Quizá pueda llegar a puerto esta vez y atracar de una vez por todas este barco fantasma en el que navego a la deriva. y así volver en una fuga hasta el punto de partida.

Y entonces decirles lo que siento por cada uno de ustedes. Solo espero que para entonces, no se hayan olvidado de mí.


Final y nuevo comienzo. (J. Saramago)


No puede ser luar esta blancura,

ni aves aletean sobre el lecho,
donde caen los cuervos fatigados:
será, de mi, la sangre que murmura,
serán, de ti, las lunas de tu pecho:
donde va el cansancio, renovados.
Queda todo dicho.

8/01/2009

16 feb 2011

Nubes frías.

Mirando nubes frías
el anciano recuerda los días
en que saltaba sobre ellas.

15 feb 2011

Canciones para antes de morir.

Hay un viento helado que corta la piel, hay un sol blanco que no me deja ver. Pasan los días con sus noches, pasan las moscas infectando la carne muerta. Todo me parece una estámpa nebulosa, de desolación llena mi alma la respiración.

14 feb 2011

Gris.

Escucho tus palabras perdidas en la tristeza de la lejanía, haciendo eco como en una caverna fría y húmeda. Y el miedo que permanece bajo tierra surge con mano esquelética y toma mis piernas, no me deja avanzar.
Esto llevará tiempo, pienso. El gris monocromático de mi alma se funde en colores faltos de luz. Haces que desaparezca, haces que tenga sentido, haces que me de cuenta de mi existir.

11 feb 2011

Corazón VI

Hoy mi corazón es un fantásma oscuro y alargado, como una sombra a la luz crepuscular. Lo abarca todo con su voracidad, lo absorbe y lo vomita en polvo cósmico como un agujero negro en el espacio interestelar; es una bestia peligrosa, rabiosa, desencadenada. Que hiere y que busca venganza aunque en su intento pueda sucumbir y ser devorada por la noche.

10 feb 2011

Corazón V

Mi corazón es refugio temporal para las almas deshauciadas, desaparecen dentro de mí, toman forma en mi conciencia y destilan su escencia en el alcohol que sirvo en la copa diaria... La vida me enferma, la vida provoca latidos a mi corazón.

9 feb 2011

Corazón IV

Mi corazón es un sol ardiendo en tus manos heladas; y es ahí en donde se eterniza nuestra batalla. Fuego vs agua.

8 feb 2011

Corazón III

También, mi corazón es una hormiga inquieta que soporta la pesada carga de mi alma y sobre él, alguien juega con una lupa los días soleados.

7 feb 2011

Corazón II

Otras veces, el corazón es una nube que atraviesa orgullosa e imponente el cielo de eterno azul... Hasta que se desgarra entre las altas ramas de un pino o se estrella en la ladera de una montaña.

4 feb 2011

Corazón I.

A veces mi corazón es un papalote volando libre en el cielo. Suelto más hilo y sube decenas de metros más arriba, tanto que parece se congela.

3 feb 2011

Paradoja del mensaje.

No sucedió en Estocolmo, quizá en un país olvidado por lo complejo de su nombre y su cultura.
Ella regresó un día a casa después de haber desaparecido por más de diez años, al abrir la puerta de su casa nadie la reconoció de primer momento. Subió como si nada las escaleras y entró en su cuarto, nada había cambiado. Su familia la miraba desde el umbral de la puerta, asombrados, e incrédulos, al borde del llanto.
-hija- dijo su madre -eres tú...
Ella volteó, su mirada insensible escaneó los rostros que ya se habían borrado de su mente. No dijo nada.
Se paró frente a un cuadro empolvado, y sacó una cajita de madera de un agujero camuflado en la pared, de ella, a su vez, extrajo una papelito doblado. Se lo entregó a su madre.
-Tu hija murió.- Le dijo al extenderle la carta póstuma. Y salió de la habitación, un auto la esperaba afuera.
La madre, con lágrimas en los ojos y presa de la emoción desdobló con torpeza el papel y leyó el más intrigante de los mensajes... "Te amo, mamá"

1 feb 2011

Circulo vicioso.

Hay atardeceres que brillan como el amanecer, que confunden y pintan de colores caprichosos las texturas algodonadas del cielo. Esos atardeceres son los que más me gustan, dentro de mis insólitas fantasías pienso, que probablemente el día me ha dado otra oportunidad, que probablemente ahora todo ira bien, entonces cae la noche y duermo con la idea de que realmente no importa, que ya mañana será otro día y entonces lo haré bien.