Hay atardeceres que brillan como el amanecer, que confunden y pintan de colores caprichosos las texturas algodonadas del cielo. Esos atardeceres son los que más me gustan, dentro de mis insólitas fantasías pienso, que probablemente el día me ha dado otra oportunidad, que probablemente ahora todo ira bien, entonces cae la noche y duermo con la idea de que realmente no importa, que ya mañana será otro día y entonces lo haré bien.
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