Se miraba al espejo, la mirada agresiva, retadora, enfurecida, con el cabello cayendole sobre esos ojos marrones de los que ya no podían escurrir más lágrimas. Respiraba pausadamente, los vestigios de un amor mancillado por la traición le revolvían el estómago provocando la más terrible de las náuseas. Tomó un poco de aire, se limpió la sangre que se le derramaba de la náriz producto de su último enfrentamiento con el desamor, y aún con la pistola caliente, se disparó al estómago intentando matar así, las mariposas que no lo dejaban vivir.
2 comentarios:
wow...interesante, cuando estas enamorado siempre dices que cuando ves a esa persona sientes pariposas en el estomago, y cuando rompes con ese amor, las mariposas se vuelven cuchillos dentro de ti...
en serio se siente eso? Parece divertido...
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