La mesa está servida; el hombre saborea unos riñones de carnero, una copa de vino tinto le acompaña junto con la botella y una pequeña canasta de panes integrales lujosamente adornada con espigas de trigo descansa en el centro. A su alrededor transcurre la comedia y la tragedia propia de un restaurant, son historias varias que conmueven, negocios que se cierran al choque de las copas, amistades refrendadas al calor del café de sobremesa, charlas que enamoran a los menos amorosos, degustaciones que endulzan y desbordan sentimientos: comer no tiene tanto que ver con el estómago, sino con el corazón.
El hombre, a pesar de su soledad no puede evitar inmiscuirse en esa grandiosa tragicomedia humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario