Al descender, su mundo de lamentos se volvió azul y ya no se escuchaba más que el romper de los sonidos contra las burbujas, ya no se veía más que el profundo celeste en el que nada se distingue. Pero aún sentía, ya no tanto en su alma sino en su cuerpo. Era esa desesperación por emerger y volver a llenar de aire los pulmones para continuar respirando, algo que nosotros entendemos como "arrepentimiento".
Al final todos sus intentos fueron en vano, su vida se quedó estancada en las olas del mar.
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