Caímos del espacio interestelar, nos congelamos al traspasar la atmósfera y el calor terrestre nos derritió, nos mojamos con el vapor de agua que se condensa muy por encima de las montañas y el arcoíris nos iluminó con vivos colores. Al poner los pies sobre la Tierra, las raíces crecieron muy a prisa y nuestra mirada jamás se volvió a levantar contra el cielo.
Si alguna vez pensamos que las cumulus nimbus iban a detener nuestra caida, nos equivocamos. Pero aprendimos que las nubes se miden en kilómetros de falsa suavidad.
Si alguna vez pensamos que las cumulus nimbus iban a detener nuestra caida, nos equivocamos. Pero aprendimos que las nubes se miden en kilómetros de falsa suavidad.
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