Nadie les avisó de la tumba bajo el proscenio cuando demolieron el teatro para contruir un fraccionamiento de clase media-baja. Hoy en día, el fantásma de Madame Laura Cancarè deambula por los pasillos y las habitaciones de los edificios dejando a su paso una estela melódica producto de su clavicémablo invisible.
Es tanta la gratitud y sorpresa de los vecinos que han llegado a tomarle aprecio, porque es bien sabido que un fantásma que recita los versos de las óperas más maravillosas del mundo, a nadie espanta.
Es tanta la gratitud y sorpresa de los vecinos que han llegado a tomarle aprecio, porque es bien sabido que un fantásma que recita los versos de las óperas más maravillosas del mundo, a nadie espanta.
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