Gatitos.

Once de la mañana y el gato sobre el tejado andando,
"¡Que los vecinos callen sus estruendosos aparatos!"
con las patas sobre las orejas se detiene lamentando.
¿Qué no ven que la cabeza le explotará al pobre gato?

No es ni por mucho momento de explicación alguna.
Pero acá entre nos, sus hijos son la causa de su mal,
le han sacado bigotes verdes y manchas rojas a la luna.
Tan desobedientes son que los tostaría sobre el comal.

Pero eso ni pensarlo, no se atrevan siquiera tocarlos,
los gatitos guardan rencores por montones y sabores.
Se portan mal -piensa.- Será que fallé en eso de educarlos.
Nada más se puede hacer... él los quiere por montones.

Pobre gato, bastante tiene con todos sus problemas
para que un loco venga a bajarlo del techo a escobazos.
lo toman desprevenido, ni agarrarse pudo de las ramas
¿cayó de pie? En el piso están sus sesos desparramados.

Un funeral hecho con prisas, ni una oración se recita
un hueco en la tierra y depositan dentro los pedazos.
Los gatitos husmean la noticia, y uno de ellos vomita
Los otros lloran y se desgañitan dando de arañazos.

Entre sollozos y promesas de prontas mejoras han jurado
Que vengarán la muerte del padre, es una afrenta.
Muy tarde, jovencitos. Ya su padre se ha marchado
Qué más da. Vuelvanse a su casa y sigan con la fiesta.