No, así déjalo. Ni siquiera lo intentes... Con tu silencio ya lo has dicho todo.- el hombre miró con impotencia el cuerpo indefenso de su mujer sobre la cama, acarició su mejilla y le dejó sobre ella un beso cargado de aire helado, y como todas las noches salió en busca de respuestas. No entendió cuando le dijeron que ya no pertenecía a este mundo, que ya estaba muerto y nadie le hablaría más.
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