Al tiempo le sobran minutos, también, le sobran ideas a los monstruos, ideas que se pierden, como la fé, como la esperanza. La necesidad de ser escuchado se vuelve una tonta obsesión. Y la obsesión lleva a la locura. La locura es necesariamente irracional y como todo lo irracional, se vuelve un blanco fácil de miradas lascivas, insultos e incomprensión. Entonces la intolerancia se presenta de manera repentina, y la intolerancia, al ser un tipo de violencia, genera a su vez más violencia. Y el mundo vuelve a caer en el enojo eterno, y yo, vuelvo a caer en la furia incontenible tan sólo por que hasta extraño el silencio de tu voz.
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