Todas las noches envuelta en su depresión, Inés despierta y corre hacía la ventana con la esperanza de ver al mundo en llamas. Al observar el frío empañando el cristal, su estómago se revuelve, sus sentimientos chocan unos con otros y con paso trémulo regresa a la cama. Respira profundo, tiembla, es la vida, así es la vida, su vida. Tan llena de matices que al tomar la pistola que guarda bajo su almohada, quisiera que fuera monocromática, de un color rojo eterno.
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