Los pétalos de rosa le acarician las piernas, no sabe a estas alturas si la húmedad que se desliza por la sedosidad de su ropa es propia, o será acaso el elíxir del agua de flores.... Dentro de su mente la perversión le derrumba los frágiles pensamientos obscenos que le conducen al delirio, al constante frío que quema, ese frío propio de los espamos candentes. Ideas, fantásmas, necrofilia, una cosa lleva a otra. Su amante dejó de existir, las rosas son para el muerto que yace bajo sus pies, sus lágrimas para el recuerdo, su excitación para la consolación de un año más de soledad.
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