Estrellas.

Las estrellas van callendo sobre el camposanto, las encapsulamos en melancólicas veladoras.

Ondas.

Mira tu reflejo en el espejo de agua, las ondulaciones muestran tus imperfecciones. Piedra tras piedra arrojada, los monstruos que duermen dentro de tí parecen ahogarse y eso te llena de angustia porque bien sabes que sólo es una ilusión óptica, ellos ni siquiera pierden el tiempo en burlas.

Campos de melancolía.

Los fantásmas corrieron a esconderse en los búnkers que siglos atrás habían construido cuando comenzaste a detonar bombas de dulzura en los eternos campos de melancolía.

De noche.

"Quiero decir que por la noche, la noche no se ve y sale de la jurisdicción de nuestros ojos" me dijo una vez un loco que escribía versos muy tristes. La lógica nos dice, entonces, que no vayamos descalzos por la noche, que los muebles se confabulan contra sus peores enemigos; los meñiques de los pies.

Viajes.

Por estas noches el cielo parece más grande y las nubes se difuminan como una neblina que baja de lo más alto, atorandose en las estrellas y rasgándose terriblemente. Entonces parece un cuadro pintado de azul, negro y blanco. Y la luna ahí, brillante, perpetua e indiferente. Cuando camino me sigue, cuando me detengo sigue viajando.

Ramas.

Melancolía, frialda y un eterno soplo de viento. Inclemencias; de los árboles caen las hojas y los frutos se pudren en la tierra. Las ramas ya no son refugio para las aves. Raquíticas, como las manos de hueso de los cadáveres, por la noche parece que sostienen a la luna de octubre entre sus dedos.

Envidia.

¿A dónde vas cuando la luz se apaga? Bajo las ramas de los árboles ya no te enredas, en el agua estancada ya no te vuelves una eterna ondulación, bajó el rayo de sol ya no pareces más fuerte que yo... No. No es que mi sombra no tenga sueños propios, lo que sucede es que los vive mientras yo duermo y se apaga la luz.

Genereacional.

La teoría evolutiva nos dice que con el paso del tiempo y las adaptaciones que tienen los seres al medio, se simplifica la vida, se llega a cierta estabilización que permite la supervivencia de los más hábiles. Puede que sea cierto, así funciona, degeneración en degeneración.

Desconfianza.

Cuando los destinos colisionan: los sueños se encuentran y los secretos, huraños, se esconden dentro de las gavetas de la desconfianza.

Secretos, colisiones.

Sé algo que todos ustedes no saben. Ella, conoce un secreto que sorprendería al más esceptico. Ellos, cada uno, guarda con recelo una idea que les pertenece y no lo van a revelar. Los secretos colisionan unos con otros de manera caótica; así funciona el destino.

Destino.

Siempre cerramos los ojos con la fija idea en mente de que al despertar nuestro destino nos seguirá llevando la misma ventaja que cuando nos fuímos a dormir. Entonces, ¿Cómo saber cuando lo hemos alcanzado?

Fantásmas oníricos.

Pero no siempre suceden los sueños como deberían después de su previa programación. A veces los fantásmas dentro del sistema provocan fallos que transtornan las bases mentales del inconsciente, logrando interferencias que descarrilan el transurso del sueño programado. Esto se traduce en pesadillas que intensifícan su poder destructivo, provocando en algunos casos, insomnio permanente.

Fractales del sueño.

Y entonces los instantes podían revivirse, los sueños ya eran ajustables a las necesidades y preferencias del usuario: En ellos se podía avanzar, retroceder y buscar cuadro por cuadro, pausar, hacer zoom, mirar con detalle. Observar nuevamente como tus ojos me miran, como las alas de los colibriés se agitaban con lentitud a tu al rededor cuando tomas mi cabeza como una frágil estrella que podría explotar si no la enfrías con tus besos. Así sucede dentro de mi corazón que es el que sueña, que es quien tiene el control de las funciones onírico/audiovisuales... En ellos, te confieso. La prontitud no existe, ni las promesas, ni los juramentos. Tan sólo los instantes de amanecer nervioso, de crepúsculo dulce en que nuestras manos no se separan, de noche de abrazos eternos y frases de amor que ya puedo tejer aunque no las escuches...

Mercadotécnia mortuoria.

Petrificados, los humanos miraron con horror como de las tumbas los muertos comenzaban a salir con severa torpeza, gritando de dolor, observando como la vida les regresaba de forma macabra. Los tejidos se regeneraban, la sangre volvía a fluir y los latidos dolían dentro de sus pechos. Era un día como cualquier otro, ni el cielo estaba más gris, ni los relámpagos presagiaban evento funesto alguno. Tan solo se había descubierto la maravillosa fórmula de la reencarnación; los muertos ahora tenían códigos de barras.

Virtual.

Hoy el mundo se deconectó, todos comenzaron a hablar, a escuchar, a reír, a enojarse, a escupir, a afirmar, a negar, a pensar, a creer, a dudar, a caer, a levantarse, a pedir, a exigir, a perdonar, a confiar... Todo eso en un segundo. En cada parte del mundo, cada persona al ser desconectada de su mentira continuó con su vida común y corriente, como negando que al final tendrían la opción de volver a conectarse al mundo irreal.