Y entonces los instantes podían revivirse, los sueños ya eran ajustables a las necesidades y preferencias del usuario: En ellos se podía avanzar, retroceder y buscar cuadro por cuadro, pausar, hacer zoom, mirar con detalle. Observar nuevamente como tus ojos me miran, como las alas de los colibriés se agitaban con lentitud a tu al rededor cuando tomas mi cabeza como una frágil estrella que podría explotar si no la enfrías con tus besos. Así sucede dentro de mi corazón que es el que sueña, que es quien tiene el control de las funciones onírico/audiovisuales... En ellos, te confieso. La prontitud no existe, ni las promesas, ni los juramentos. Tan sólo los instantes de amanecer nervioso, de crepúsculo dulce en que nuestras manos no se separan, de noche de abrazos eternos y frases de amor que ya puedo tejer aunque no las escuches...
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