Tras el "holocausto emocional", la humaniad enfrenta las consecuencias de sus actos y es condenada a vivir dentro de una burbuja de anestesia que les prohíbe sentir, pensar y amar. Por ello, grupos subversivos trabajan incansablemente para que algún día podamos ver expendios de amor en ampolletas inyectables y orgásmos en tabletas efervescentes.
Lo curioso de esto, es que también intentan fabricar antídotos ante posibles sobredosis; o sea, más anestésicos.
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