Es triste ver como aquel hombre se atora en el abandono, tan viejo y cansado. Se pasa las tardes sentado en una banca en el jardín que contrasta con los años acumulados y los velados recuerdos perdidos del asilo. El hombre tiene en mente su pequeña barca, sus remos, su red y la basta laguna donde solía pasar horas enteras de pesca, ahogando su furia y sus sueños.
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