Hubo una vez un hombre que quizo recorrer el mundo en globo arostático, lo llenó con todo lo indispensble para sobrevivir por mucho tiempo allá en el cielo sin tener la necesidad de bajar a tierra para reabastecerse por un tiempo considerable. Y así, sin más, subió y subió por las nubes como si fueran escaleras hasta el techo del mundo; vio la frontera del cielo y el espacio, una membrana acuosa y traslucida en color tornasol, como la membrana de una burbuja. Asombrado, quizo tocarla y se paró sobre el globo estirando la mano hasta poder sentir el frío espacial en sus dedos.
Pero todo ello le fue contraproducente, porque la burbuja reventó y eso provocó que el vacío absorbiera el globo, al hombre, a las nubes, al cielo, a las aves que cerca volaban. Los planes cambiaron, ahora hay toda una comitiva liderada por el hombre para recorrer el universo en globo aerostático tirado por aves, dentro de una burbuja que contiene un pedazo de cielo.
Pero todo ello le fue contraproducente, porque la burbuja reventó y eso provocó que el vacío absorbiera el globo, al hombre, a las nubes, al cielo, a las aves que cerca volaban. Los planes cambiaron, ahora hay toda una comitiva liderada por el hombre para recorrer el universo en globo aerostático tirado por aves, dentro de una burbuja que contiene un pedazo de cielo.
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