Las paredes grises se desgajan constantemente, hoy por la mañana un pedazo de yeso se vino abajo y la nube de polvo se esparció por gran parte del cuarto. Tristeza, como un monstruo que ha caminado por mucho tiempo y ahora siente la exigente necesidad de cavar su propia tumba, de gastar la última de sus energías para darle un poco de calidez a su última morada. Melancolía, solía ser dierente cuando despertaba y las ventanas estaban abiertas, con el sol inundando la humedad sobrenatural que se quedaba impregnada en la atmósfera íntima. Dejaste de recibir el día con una luz de esperanza y yo peor, que dejé de creer en tu palabra.
Polvo. El polvo se asienta sobre el polvo de ayer, la piedra comienza a cubrir su desnudez con el moho del tiempo, los abrazos de mis propios brazos se aprietan sobre mi carne marchita, los besos negados un pendiente de mi biografía pronta a terminar. ¿Qué te extraña que mi mundo se esté viniendo abajo? ¿Qué te extraña que siempre, siempre fuí un pesimista existencial?
Polvo. El polvo se asienta sobre el polvo de ayer, la piedra comienza a cubrir su desnudez con el moho del tiempo, los abrazos de mis propios brazos se aprietan sobre mi carne marchita, los besos negados un pendiente de mi biografía pronta a terminar. ¿Qué te extraña que mi mundo se esté viniendo abajo? ¿Qué te extraña que siempre, siempre fuí un pesimista existencial?
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