No te reprocharía ni el más mínimo fracaso mientras caminaste a mi lado. El mejor de todos los años fue aquél en que la nieve no cayó, en que las lluvias nos acompañaron, en que pensamos que todo tenía una explicación y todo parecía tener una lógica incuestionable. Pero, cuando decidiste quedarte al lado del camino algo extraño sucedió; el mundo se decoloró, la tinta de que están compuestas todas las cosas en el mundo se derramó por todas partes y entonces comencé a pensarlo seriamente, que el mejor de todos los años fue aquél en que pintamos los cielos con la tinta del corazón.
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