Llegó el momento en el que las flores se marchitaron instantáneamente; en el que los animales murieron deshidratados; en el que los ríos se secaron, y el agua se filtró por las grietas de la tierra. Sucedió cuando las estrellas estuvieron a nuestro alcance, y millones de soles con sus polvos hirvientes nos quemaron la piel y nos obligaron a descender a las cavernas que se pierden en los polos. De ahí jamás salimos, adentro el calor comenzaba a hacerse excesivo y el hielo perpetuo dejaba de serlo, las piedras ardían y el fuego brotaba espontáneamente. No era tan diferente al infierno que nos dijeron existía.
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