Alzámos la mirada y las consecuencias de nuestra existencia nos quemaron las retinas, el enemigo deambulaba por el cielo como una araña de humo y pestilencia. Juntos lo combatimos hasta el final, y sin embargo todo fue en vano; la luz lo inundó todo y entonces el fuego atómico de miles de ojivas devastaron nuestra siempre tambaleante tranquilidad.
Al final un piano se escuchó a lo lejos con una melodía que poco a poco se iba esfumando entre el lamento del futuro incierto, ese que se agazapaba entre los escombros, ese de hombres, mujeres y niños mutilados.
Al final un piano se escuchó a lo lejos con una melodía que poco a poco se iba esfumando entre el lamento del futuro incierto, ese que se agazapaba entre los escombros, ese de hombres, mujeres y niños mutilados.
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