Aquella noche fue particularmente inolvidable. Cuando aquella persona le confesó su verdadera identidad y su único y real propósito, entendió el significado de su existencia, probablemente..., también cabe la posibilidad de que el Diablo le haya jugado la más simple de las bromas al hacerle entrar en el ataúd tras comprarle algo más que su alma; su vida. Para el resto del mundo, fue una noche común y corriente.
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