No parece que pasa el tiempo cuando miras al cielo y las nubes se anclan a la Tierra y ya no se mueven, ni cuando caminas por senderos hinóspitos donde hace años que nadie más ha caminado. Ni cuando te detienes en medio de la multitud, y el ruido te envuelve en su manto de imprudencia como queriendo intervenir en tu conversación espiritual de cada día. No, no parece que pasa el tiempo. Son tan largos los minutos y en los segundos caben tantas palabras, tanta melancolía y tanta confusión. Tanto así que estúpidamente sigues esperando aquello que nunca llegará; como el tren que has perdido ya por despitado. ¿Qué no pasa el tiempo? Hace más de una hora que ha partido y ni cuenta te diste por estár en el andén equivocado.
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