Cada alma vive dentro de su propio infierno, un constante repetir de su vida pasada, una nueva oportunidad de enmendar errores que se están obligados a cometer una y otra vez por los siglos de los siglos quizá bajo algún designio divino. De eso me di cuenta al regresar en el tiempo como una espora sin cuerpo; en todas mis vidas posibles e imposibles, en las que perdí y gané, en las que se esfumaron y en las que parecieron eternas, en ninguna, nadie me echó de menos. En todas cometía los mismos errores.
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