Después del incendio vino lo peor, las cenizas se asentaron guardando dentro de sí un calor casi imperceptible que lentamente quemaba como el mismo fuego. Las lágrimas que caían sobre las cenizas perfumaron con su vapor los recuerdos agitados en las entrañas de María.
Y todo quedaba devastado después de haber amado hasta consumir su propio corazón.
Y todo quedaba devastado después de haber amado hasta consumir su propio corazón.
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